Una ruta legendaria entre España y Portugal
Te proponemos un viaje por la historia y la leyenda, descubriendo rincones fascinantes en La Raya, un espacio donde la naturaleza indómita, la fuerza del agua, el ingenio de los romanos y la magia de los caballeros templarios se conjugan en paisajes, aldeas y castillos legendarios.
Este post es una colaboración con Isidro García, que comparte con nosotros su conocimiento y experiencia.
Alcántara
Partimos desde la Hospedería “Conventual de Alcántara” para recorrer los 15 kilómetros que separan la localidad de Alcántara de la frontera portuguesa, siguiendo los pasos de una antigua calzada romana (bautizada como “Vía da Estrela”) que atraviesa todas estas tierras en su largo periplo hacia el Noroeste de la Península Ibérica.
Así atravesamos el Tajo por el impresionante Puente Romano de Alcántara, construido con las aportaciones de 11 municipios durante el mandato de emperador Trajano y, tras cruzar la antigua Aduana de Piedras Albas, llegamos al valle del río Erjas, afluente del Tajo y frontera entre España y Portugal a lo largo de 120 kilómetros, donde se sitúa el Puente Romano de Segura, conocido popularmente como “el hermano pequeño del puente de Alcántara”.
Entramos de esa forma en tierras lusitanas, tierras fronterizas que durante la Edad Media pertenecieron a los caballeros templarios, legendarios guerreros de la cristiandad que dejaron su huella en castillos, pueblos y tradiciones.
A 1 kilómetro del puente de Segura transitamos por un pequeño sendero que nos llevó a un impresionante desfiladero, donde las aguas del río lamen los grandes bolos de granito y los buitres sobrevuelan majestuosamente, formando un paisaje sobrecogedor. Es el “Cañón del Erjas” que forma parte del Parque Natural “Tajo Internacional”, un sitio ideal para respirar paz y tranquilidad.
Idanha a Velha
De vuelta a la carretera, continuamos nuestro camino entre dehesas de encinas y alcornoques y, tras un viaje de 25 minutos, llegamos a la aldea de Idanha a Velha (Idaña la Vieja para nosotros españoles) que emerge en el interior del valle del Ponsul, un afluente del Tajo que baña las orillas de esta antigua ciudad romana.
Llegar a Idanha a Velha es realmente sorprendente, puesto que nadie se espera encontrar los restos de una población romana (que en la época de Augusto alcanzó 5.000 habitantes), con su foro, sus termas, su muralla, centenares de inscripciones y lápidas funerarias en medio de la campiña portuguesa. Además, en Idanha a Velha se conserva la única catedral visigótica de toda la Península Ibérica, un gran templo con tres naves, arcos de herradura y enormes columnas de granito, sede del Obispado de Egitania desde el siglo IV d. C. y que se conservó prácticamente intacta a través de los siglos.
En Idanha a Velha también encontramos restos de la dominación templaria. Concretamente, sobre un antiguo templo romano se sitúa la “torre de los templarios” una fortaleza de piedra en la que los caballeros intentaron defender la ciudad durante los ataques almohades del siglo XII.
Antes de salir de esta aldea (ahora sólo tiene 150 habitantes) pudimos visitar un lagar de varas, totalmente restaurado, en la que se molían miles de kilos de aceitunas todos los años para obtener aceite; realmente sorprendente son los dos grandes troncos que servían como prensas y las enormes piedras utilizadas como contrapesos.
Monsanto
Nuestro siguiente destino fue la aldea de Monsanto, el “Mons Santorum” de los romanos, que en 1938 recibió el título de “Aldea más portuguesa de Portugal” y que es considerada por muchos como el pueblo más bello de la Lusitania.
Monsanto está situada en la ladera de un impresionante batolito granítico, surgido de las profundidades de la tierra hace 400 millones de años y que ha sido modelado en formas caprichosas por el aire, el sol, la lluvia y el hielo. Todas las casas, las iglesias, las torres y las calles de Monsanto están construidas en granito y sobre granito, confundiéndose e integrándose perfectamente en el paisaje.
En lo alto de la mole granítica de Monsanto (a 770 metros de altura sobre el nivel del mar) los templarios construyeron una fortaleza inexpugnable, con grandes murallas de piedra y cuatro recintos defensivos, un castillo que jamás fue conquistado y que hoy es el símbolo máximo del poder alcanzado por los caballeros de la Orden del Temple en Portugal.
Las vistas que se disfrutan desde lo alto del castillo de Monsanto son, simplemente, espectaculares: la Sierra de la Estrella, el valle del Tajo, la Sierra de Gata e incluso, en los días claros, la Sierra de Gredos situada a más de 150 kilómetros de distancia.
Penha García
Tras descender de Monsanto, recorremos el último tramo de nuestro viaje hasta la localidad de Penha García, situada en las estribaciones de una sierra repoblada con un bosque de pinos centenarios.
Aquí visitamos, en primer lugar, la última fortaleza de la Orden Templaria (construida en 1295 y abandonada por los templarios en 1307) que es conocida como el lugar donde las águilas hacían sus nidos.
El castillo de Penha García se aúpa en una escarpada pendiente, sobre un impresionante barranco lleno de fósiles marinos (hace 500 millones de años era el fondo marino) atravesado por las aguas bravas del Ponsul y en la que los paisanos de Penha García construyeron varios molinos que hoy en día pueden admirarse como extraordinaria muestra etnográfica.
Termina por hoy nuestra aventura por las tierras de la frontera portuguesa, en la que pudimos conocer una parte realmente interesante de nuestro pasado geológico, paisajístico, histórico y monumental.